Un minuto para detenerse a oler las rosas

"Toma un minuto para detenerte a oler las rosas". Se supone que la expresión se refiere a tomarse el tiempo para disfrutar de las cosas bellas, los pequeños milagros de la vida y la naturaleza, que crean memorias, que atan los aromas a los sentimientos, los colores con las emociones y van transformando nuestra rutina para que no caiga en la monotonía y para mantenernos cuerdos.

Porque la tendencia se me he dado cuenta, es que el ser humano encuentra primero lo malo, el peligro, lo negativo. Hasta podría especular que de alguna forma tiene que ver la evolución, que estar predispuesto a lo malo ayuda a mantenerte alerta y fuera del peligro.  Pero por la razón que fuera, la tendencia parece ser que las cosas buenas están escondidas, ocultas, detrás de primeras intenciones y de las apariencias.

Desde el momento que abro los ojos y busco en la oscuridad el celular para apagar la alarma, veo la hora y pienso que quiero dormir otro poco y no puedo, cae sobre mi la pesadez de la realidad, el disgusto de despertar a la fuerza, el aburrimiento de la rutina. Debo buscar entonces aquel escurridizo milagro cotidiano que le de belleza a mi situación, la silueta de mi mujer a mi lado, la luz del amanecer que se cuela por la ventana. Y si no lo encuentro en las cosas externas, tal vez lo encuentro en mi interior, y cierro nuevamente los ojos y respiro profundamente, pienso en mi madre y en mi esposa, en mi familia presente y en la ausente, los que ya se han ido y los que estén por venir y me alegro de poder vivir un día más.
Así continúa mi día, cada paso de mi rutina es un escalón hacia arriba, y en cada escalón un minúsculo botón de rosa que tengo que encontrar para que florezca y una vez florecido darle gracias y tomar de él la fuerza y el ánimo para subir al siguiente escalón, que de todas maneras no es opcional.  Al final del día alcanzo la cima, regreso a mi lecho, y aún en este mi lugar favorito debo esforzarme por no caer en la oscuridad de mi imaginación, que construye y confabula catástrofes para el mañana en donde mis planes se verán frustrados.  Mas bien, debo de nuevo respirar profundo para encontrar otra vez un elemento de belleza que se esconde en el sonido veraniego de un grillo en el jardín, la luz de la luna que baña de plateados brillos los cristales de la ventana... las pequeñas cosas.

Que terrible mi vida así, que odioso se vuelve lo bello cuando uno tiene que andarlo buscando, como un acertijo eterno donde al final se supone uno hallaría lo que te hace feliz, pero no lo encuentras, es sólo otro fragmento. No se puede disfrutar así de la vida, cada día debería empezar bello, debería empezar en blanco, desde cero y no traer consigo la pesada carga de la rutina del día anterior ni el agobio de una agenda apretada.



Luego me pasó que por asar encontré un turno de noche en el trabajo, un cambio en la rutina, me levantaba tarde y no hacía transito en la calle, comía tranquilo en mi casa y veía televisión por las tardes, extrañaba mucho a mi esposa pues no la veía tanto, pero extrañarla hacía que nuestros momentos juntos fueran más especiales, pues era tiempo que dedicábamos al otro y no solo que pasábamos juntos. 

Darle vuelta a mi rutina, dormir de día y trabajar de noche, me hizo darme cuenta de que lo estaba
viendo todo al revés, que las cosas bellas no son pequeñas, ni están escondidas, sino que todo en la vida es bello y lo malo es lo que es puntual. Por eso estamos diseñados para buscarlo, para fijarnos en eso y retenerlo, por eso nos fijamos primero en lo malo porque es una mancha en lo que de otra forma sería blancura, es el ruido en lo que de no existir sería paz, es el pelo en la sopa, el zancudo en la noche que no te deja dormir. Fue tan simple darme cuenta de lo bella que es la vida cuando no tenía que madrugar, fue tan relajante manejar mi auto cuando habían pocos carros en el bulevar, me di cuenta que quitando los disgustos de en frente podía apreciar el día con toda tranquilidad. 

Luego regresé a mi horario normal 3 meses después, y de nuevo a despertar a la fuerza, pero está vez no busco con esfuerzo en la penumbra alguna cosa o algún recuerdo que me haga sonreír y me quite la pesadez de una noche mal descansada. Ahora solo tengo que ir quitando del camino las molestias que me están haciendo dejar de sonreír. Primero la alarma, pues ya estoy despierto, ya cumplió su objetivo, no tengo porque torturarme tratando de dormir otro poco solo para volver a sufrir el enfado de despertarme a la fuerza 5 minutos después, mejor la apago, la quito de una vez de la vista y abro los ojos, y veo lo hermosa que es la mañana, pero el sueño ingrato y el cansancio no me dejan en paz, siento la pereza como un lastre que me hunde, y no voy a mentir, es el mismo esfuerzo, es igual de pesado, pero si en lugar de buscar desesperado un consuelo, si en lugar de renegar y forzarme la motivación a golpes, voy simplemente haciendo las cosas, una por una, disfrutando de la vida que he logrado, mi salud, mi carro, mi hogar, trabajo que me permite ponerme a escribir estas cosas, y voy quitando del camino las tonterías que son las que me arruinan el día, el esfuerzo es el mismo pero el resultado es distinto. 

Ahora no ando buscando las piezas que me ayuden a ser feliz, ya soy feliz, busco ahora las cosas que me impiden serlo siempre para quitarlas de enfrente.

Estúpidas rosas que hay que detenerse y agacharse y hacer tanto esfuerzo solo para sentir su aroma, mejor paso de largo, el día ya es bueno.


Comentarios

Entradas populares de este blog

Historia de amor

Cachorros y Suculentas

Extraordinario